Mi nombre es Silvia , vivo en Algarrobo, Chile. Quiero compartir mi experiencia porque sé que puede ayudar a otros. Mi diagnóstico fue completamente inesperado. Acudí al consultorio por un tema hepático, y me ofrecieron una endoscopia como parte del seguimiento. Al principio no lo consideré urgente, pero una enfermera insistió: “Hágasela, no pierde nada”. Acepté.
Quince días después, me entregaron el resultado. El médico me miró con tristeza: “Tiene un cáncer de esófago en grado 3”. Fue devastador. Le conté a mi pareja, estábamos en shock. Decidí no someterme a quimioterapia ni radioterapia. Había visto a mi madre y otros familiares sufrir mucho con esos tratamientos. Pensé: si me toca partir, que sea sin dolor. No quería pasar por lo mismo.
Seis meses después conocí a una mujer en El Quisco que me cambió la vida. Me contó que, tras ser diagnosticada con cáncer de mama terminal, comenzó un programa de inmunoterapia llamado OncoVix, dirigido por el Dr. Ramón Gutiérrez. Este es un tratamiento que está en más de una decena de países y es algo muy simple para uno como paciente, pero muy maravilloso, ya que va matando al tumor, es como que el tumor “se desconecta del torrente sanguíneo y se va muriendo”. Entonces dije, yo me hare este tratamiento porque de mi cáncer no voy a sufrir.
Tomé la decisión de intentarlo. Tuvimos una videollamada con el Dr. Gutiérrez, quien me explicó todo con claridad. Serían 8 sesiones, una por semana. Y lo más importante: no tenía que moverme de casa. Cada dosis era administrada por profesionales en mi propio hogar, sin traslados ni esperas. Un tratamiento sin sufrimiento, sin hospitalizaciones, sin efectos secundarios agresivos. Solo inyecciones muy superficiales en la piel, en zonas con ganglios.
No sentí dolor, ni fatiga, ni pérdida de energía. Al contrario: volví a caminar, a hacer deporte, a sonreír. Terminé mi protocolo completo sin haber recibido ningún tratamiento previo durante los 6 meses posteriores al diagnóstico. Me sentía cada día más fuerte.
Después del tratamiento, me realizaron un PET. Los resultados fueron claros: no hay signos de cáncer. Estoy sana. Como con normalidad, no tengo molestias. Mi familia, que había sufrido tanto con mi decisión inicial, hoy celebra conmigo esta recuperación. Y lo más importante: lo viví con dignidad, sin toxicidad, sin miedo.
Agradezco al equipo de OncoVix, al enfermero que me acompañó con calidez y profesionalismo, y a esa paciente valiente que me habló desde su experiencia. Como ella, yo también hoy puedo decir: sí se puede. Doy gracias a Dios que me dio la oportunidad de conocer está terapia personalizada del Programa ONCOVIX
Recomiendo con todo mi corazón esta inmunoterapia. No es magia. Es ciencia, es tecnología, es esperanza real.
OncoVix me devolvió la vida.